José Antonio Caro Álvarez dictando una conferencia en el Museo de Hombre Dominicano, 1977

Humanismo

Caro Álvarez fue un hombre polifacético: arquitecto, escritor, educador, político, arqueólogo, mecenas, empresario, hombre público preocupado siempre por el desarrollo de su país en todos los órdenes...un humanista completo.

En su faceta de académico, hizo grandes contribuciones a la educación superior como docente, decano y rector de la Universidad de Santo Domingo, y luego como fundador y primer rector de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).

Siempre con un pensamiento renacentista, impulsó con ímpetu y entusiasmo innumerables iniciativas en diversos ámbitos, particularmente en el ámbito cultural. Fue un hombre de vasta cultura que visitó más de treinta y cinco países y que siempre compartió anécdotas y vivencias con entusiasmo.

Gran amante de las artes, impulsó y encargó obras a muchos artistas de su época, e incluso integró algunas en edificaciones que estuvieron a su cargo y en otras ejecutadas por colegas; logró así desarrollar una fraternal amistad con muchos artistas.

Desde muy joven sintió una gran pasión por la arqueología y la antropología. Preocupado siempre por el tema de la identidad dominicana, conceptualizó y construyó el Museo del Hombre Dominicano.

Su calidad humana y su compromiso con las causas más nobles fueron algunas de las virtudes que lo caracterizaron y que le permitieron servir a su país de forma bien intencionada durante toda la vida.

 

 

José Antonio Caro Álvarez es juramentado como Rector de la Universidad de Santo Domingo por el Secretario de Educación y Bellas Artes Emilio Rodríguez Demorizi. 8 de Julio de 1961.

academia

Son numerosos los aportes de Caro Álvarez en el ámbito académico en la República Dominicana. A los pocos años de haber regresado de Europa, se integró a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Santo Domingo, donde fue nombrado catedrático en 1939. Se destacó como uno de los fundadores de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, de la que más tarde fue decano en 1958.

En 1942 publicó un interesante compendio para su cátedra de Urbanismo, y a lo largo de su carrera de más de veinte años como docente, dictó también las cátedras de Historia del Arte, Arquitectura, Dibujo Lineal y Trigonometría, que reafirmaron su gran vocación para el magisterio.

En 1961 fue designado rector de la misma universidad; durante su dirección luchó a favor de la autonomía de la Universidad de Santo Domingo y logró promulgar la primera ley de autonomía universitaria, en ese difícil y complejo momento histórico.

Siempre mantuvo un estrecho vínculo con esta institución académica, ya que en la década de los cuarenta había participado en la planificación y concepción de la Ciudad Universitaria.

Luego de la Guerra de Abril de 1965, participó en la fundación de la primera universidad privada de Santo Domingo, la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, creada en 1966 y de la cual fue cofundador y primer rector. En 1975 escribió un libro titulado Nace una universidad, que relata la creación de esta alta casa de estudios.

En 1974 formó parte de un grupo de intelectuales que fundaron la Academia de Ciencias de la República Dominicana, institución de la cual fue vicepresidente de 1976 a 1977 y miembro de número de la Comisión de Arqueología.

Luego de una intensa actividad académica, en sus últimos años estuvo ligado a comisiones e instituciones a favor del desarrollo de la educación superior como asesor y hombre de opinión en los medios de comunicación.

 

 

Museo del Hombre Dominicano, 1973.

ARTE, CULTURA Y ARQUEOLOGÍA

Casi toda la vida de Caro tuvo que ver con la cultura, pero sobre todo con el desarrollo y adelanto cultural de su país.

Formó parte de varias comisiones culturales, incluyendo la Comisión Nacional de Desarrollo, la Comisión Nacional de Monumentos, la Comisión Asesora de los Museos Nacionales y la Comisión pro Faro a Colón.

Fue un coleccionista apasionado. Con gran sensibilidad humanística, Caro apreció el caudal artístico de los refugiados que llegaron a finales de los años treinta y colaboró en la creación de la Escuela Nacional de Bellas Artes; desde ese momento incorporó obras de arte en sus proyectos de diseño, realizadas por artistas de la talla de Vela Zanetti y Manolo Pascual.

Destacado por sus cordiales relaciones fuera del país, estableció un vínculo especial con España y fue uno de los que contribuyeron a estrechar los lazos fraternos entre los dos países. Fue presidente del Instituto Dominicano de Cultura Hispánica y figura clave para que el Estado dominicano cediera al instituto el local del antiguo Colegio de Gorjón, que está en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, en 1976.

En los años sesenta jugó un papel importante en el concepto e impulso de la Plaza de la Cultura, un complejo realizado por el presidente Joaquín Balaguer. Impulsó con ahínco su desarrollo y supo entusiasmar al Jefe de Estado para que siguiera expandiéndola, ya que pensaba que la plaza era uno de los aportes más valiosos del Estado y que sus beneficios se extenderían a varias generaciones de dominicanos.

Desde muy joven demostró su interés por la historia y las civilizaciones antiguas. Dedicó gran parte de su vida al estudio y la investigación de las arqueología y la antropología prehispánica de la Antillas, pero siempre haciendo especial hincapié en la isla Española y las raíces de su pueblo. Ya desde 1939 había sido nombrado miembro de la Comisión Dominicana de Arqueología y en 1947 del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad de Santo Domingo. 

Fue un gran defensor y promotor del patrimonio cultural histórico de su país. En los últimos años de su vida, y con liderazgo y dinamismo, se consagró en cuerpo y alma a la creación del Museo del Hombre Dominicano, una institución a la que donó su colección arqueológica privada y donde se desempeñó como director hasta su muerte.

El museo abrió sus puertas en 1973. Caro concibió junto con Marcio Veloz Maggiolo el contenido de las salas didácticas así como la museografía, e impulsó la investigación arqueológica, científica y folklórica como nunca antes en el país.

En 1977 llevó una exposición de arte taíno al Centro Cultural del Mundo Hispánico en Madrid, a cuya inauguración asistieron los reyes de España.

Como escritor, fue un asiduo colaborador de la prensa dominicana, en particular del Listín Diario y El Caribe, y escribió varios libros: Las murallas de Santo Domingo (1973), Jaca cuenta cuentos (recopilación de anécdotas, 1973),  Nace una universidad (1975),  Exposición (1975), La Cohoba (1977) y Cemíes y Trigonolitos (1977), además, reeditó y prologó el Código Negro Carolino en 1974, y dirigió los boletines del Museo del Hombre Dominicano hasta 1978.

 

 

Instalaciones de Talleres Cima en Santo Domingo, c. 1950.

ÁMBITO EMPRESARIAL E INDUSTRIAL

Además de sobresalir en múltiples funciones públicas e innumerables organizaciones, Caro Álvarez también fue un verdadero emprendedor y creador de innovadoras empresas en el campo de la construcción.

Desde los años cincuenta y junto con James Doorly, desarrolló una serie de empresas industriales con la finalidad de ofrecer materiales de construcción de primera calidad y de fabricación local. Creó Talleres Cima, que fabricó las primeras ventanas salomónicas de aluminio del país, así como las empresas Pinturas Popular y Aluminio Dominicano. 

En 1972, junto con un grupo de empresarios dominicanos, formó parte del consorcio fundador del Banco Hipotecario Dominicano, una de las instituciones pioneras de la banca privada de la República Dominicana.

En 1973 fue co-fundador del periódico vespertino La Noticia junto a los periodistas Silvio y Emilio Herasme Peña, Huchi Lora, entre otros.