Años de formación y contexto de su obra
José Antonio Caro Álvarez nació en Santo Domingo en 1910 en el seno de una familia de ascendencia española; sus padres fueron Francisco Caro García y Mercedes Álvarez. En 1927 se graduó de bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas en la Escuela Normal Superior de Santo Domingo, y partió hacia Barcelona junto con sus padres y hermanos, ciudad en la que la familia radicó algunos años. En 1929 se marchó a Bélgica para iniciar los estudios de Arquitectura, y un año más tarde se mudó a Francia para proseguir los estudios en París.
Sus años de formación en la Escuela Especial de Arquitectura de París determinaron los lineamientos academicistas que pueden verse en su obra en múltiples etapas de su práctica. La influencia de las Beaux Arts en los programas de enseñanza de la arquitectura era común a principios de los años treinta. Todavía durante esa década, la arquitectura oficial de la mayoría de los países del mundo occidental seguía adhiriendo a las teorías académicas clasicistas, única respuesta a las exigencias de monumentalidad que el movimiento moderno no estaba dispuesto a conceder. Caro aprendió el oficio de la arquitectura en Francia, hija predilecta del clasicismo, donde ya existían las especulaciones de Auguste Perret y Tony Garnier. Perret, Garnier y otros más serán el referente protorracionalista de un clasicismo que tiene una clareza estructural y que utiliza el hormigón armado como material usual.
La República Dominicana, al igual que otras naciones occidentales, estaba en la búsqueda de una identidad nacional dentro del ámbito de la arquitectura. En este ámbito floreció una tendencia ligada al eclecticismo historicista, que no se decantó de un proceso autóctono sino que fue transculturada de las influencias dominantes: Francia y Estados Unidos. El desarrollo academicista de Santo Domingo entre los años 1930 y 1950 estuvo mezclado con las manifestaciones locales del movimiento moderno, que llegaron fundamentalmente a través de la vertiente francesa. Durante toda su trayectoria, la arquitectura de Caro se mantuvo en ese diálogo constante entre los códigos académicos y los modernos, pero manejados siempre con maestría.